DEL VELOCÍPEDO AL AUTOARMÓN
El autoarmón era un vehículo ferroviario ligero, conducido e impulsado por los propios conductores utilizando sus manos y pies, tenía pedales, así como un brazo o balancín que giraba y que subía o bajaba sobre una base. Sus antecedentes se remontan a la invención de la bicicleta de vía férrea o velocípedo, conocidos con diferentes nombres en todo el mundo: dresina, zorra de vía, bicicletas de raíles, handcar. Este tipo de velocípedo pronto se convirtió en uno de los vehículos más utilizados por los empleados del ferrocarril, ya que eran el medio perfecto para realizar una gran cantidad de funciones como la conservación y reparación de vía, el envío de mensajes o correo y el transporte de personal y de herramientas de trabajo. Una de las compañías que destacó en la fabricación de este vehículo fue la Kalamazoo Manufacturing Company, sus modelos e innovaciones proliferaron en gran cantidad en los Estados Unidos. Sin embargo, a pesar del éxito de la compañía, los fabricantes de insumos ferroviarios comenzaron a construir sus propios diseños, por lo que se registraron cientos de patentes, además de que se construyeron velocípedos de tres o cuatro ruedas y armones que incluyeron diseños desde lo más sencillo hasta innovaciones tecnológicas de motor de gasolina.
DIFERENTES TIPOS DE ARMONES
Velocipedo o coche velocipedo
Los antecedentes del autoarmón se remontan a la invención de la bicicleta de vía férrea o velocípedo, y se conocieron con diferentes nombres en todo el mundo: dresina, zorra de vía, bicicletas de raíles, handcar, entre otros.
Velocipedo
Automóvil que contaba con una tercera rueda que mediante una extensión, se apoyaba sobre el otro riel de la vía y le daba estabilidad. El brazo podía ser ajustable de modo que el velocípedo pudiera adaptarse a cualquier ancho de vía.
Draisiana
Antiguo vehículo ferroviario de propulsión humana cuya activación es similar al de una bicicleta, la potencia se transmite al eje trasero por medio de una rueda dentada y una cadena.
UNA VIDA SOBRE RIELES
Luciano Cedillo Vázquez, ferrocarrilero jubilado decía: “La mayoría de la gente no conoce bien a los ferrocarrileros. La idea que de ellos se tiene está encarnada en ese hombre que va en la máquina o motor con la mano en el regulador, con el cual hace avanzar o retroceder el tren, o de ese otro que en los trenes de pasajeros dice al salir de las estaciones, agitando la mano o levantando la lámpara de noche: Vaáamonos. Esos efectivamente son los ferrocarrileros, pero hay cientos de ellos que el público no ve y de los cuales se ignora cómo trabajan, cómo viven…” La exposición “El armoncito, una vida sobre rieles” es una selección de 34 imágenes de nuestra colección, que da cuenta de los escenarios en estaciones, paisajes e infraestructuras ferroviarias que recorrían los trabajadores del Departamento de Vías y Estructuras de Ferrocarriles Nacionales de México, para reparar y dar mantenimiento al sistema ferroviario del país.
TRABAJADORES TRANSHUMANTES
Todos los días del año, aun con las inclemencias del tiempo, los trabajadores de vía salían arriba de sus velocípedos, armones o autoarmones, para realizar la inspección, vigilancia, conservación y protección de la vía, de puentes y edificios, servicio de agua, derechos de vía, cercas, cruceros a nivel, sistema telegráfico y hasta accidentes; con el objetivo de mantener en perfectas condiciones el tránsito del transporte ferroviario. No tenían residencias fijas, eran trabajadores trashumantes que vivían con sus familias en furgones, campamentos o casas de sección. Conocían a la perfección el Reglamento de Transporte para manejar sus armones en el camino, sus reglas de operación significaban su seguridad para evitar cualquier peligro o accidente.
Herramientas de vía y señales
Los autoarmones estaban provistos de un equipo de señales que incluía dos banderas rojas, una lámpara con luz blanca, dos lámparas con luz roja, seis luces de bengala, doce petardos y un porta señales. Al mismo tiempo, llevaban las herramientas indispensables para la reparación de la vía, escantillón, nivel de vía, picos, palas, bieldo, llave de vía, martillos de 6 libras, pernos de vía y arandelas de presión, candados de cambio, chavetas, cinta metálica y lámpara de mano. Por seguridad, la cuadrilla de vía no podía salir a camino sin programa de trenes expedida por el despachador. La vida de estos hombres no era fácil, el buen desempeño de su trabajo dependía del conocimiento de todas las reglas de operación del sistema ferroviario.
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Definiciones de vía
Reglamento de Conservación de Vía y Estructuras para los Ferrocarriles Nacionales de México, septiembre de 1966
Reglamento de operación
Reglamento de Transportes. Reglas para el movimiento de autoarmones
Bibliografia
CRÉDITOS
Coordinación General
Teresa Márquez Martínez
Guión Museológico
Antonio Ruiz Jarquín
Guión, concepto gráfico y edición de exposición virtual
Patricia Albores
Apoyo documental
Isabel Bonilla, Covadonga Vélez, Mariana Félix Chávez, María José Pérez Dominguez,
Francisco González Méndez, Jorge Ramón Gómez Pérez,
Ligia Ballinas y María de la Paz González
Edición de texto
Lluvia Soto Rodríguez
Difusión y servicios educativos
Rosa Maria Licea, Ana Belen Recoder, Alejandra Calleja, Katiuska Merino,
Miriam Cuechuecha, Laura Benítez y Santiago Huerta
Edición de video
José Antonio Ruiz y Brehme Ruiz
Apoyo técnico digital
Jhon de la Rosa Toxqui
Baruch Luna Barber
Zaira Leal
Colección
Secretaría de la Cultura/ Centro Nacional para la Preservación del
Patrimonio Cultural Ferrocarrilero / Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.
Imágenes
Secretaría de Cultura / Centro Nacinoal para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero /
Museo de los Ferrocarriles Mexicanos / Centro de Documentación a Investigación Ferroviarias (CEDIF).
Fondos
Álbum del Ferrocarril México-Cuernavaca y Pacífico
Comisión de Avalúos e Inventarios
Revista FERRONALES
Revista MexRail
Agradecimiento
El Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos agradece a la Cineteca Nacional
por facilitar el reportaje “Se Trabaja”, Noticiero mexicano de 1952, colección Miguel Alemán
del cual se incorporan fragmentos en el cortometraje “Una vida sobre rieles”.