El   impacto que produjo el establecimiento de los ferrocarriles en Europa y Estados Unidos en los primeros años del siglo XIX sedujo a México. Distintos gobiernos de la emergente nación mexicana tomaron la decisión de construirlos; sin duda, las comunicaciones eran un imperativo ineludible para fomentar la integración del territorio.  

Después de varios intentos desde que se otorgó la primera concesión a Don Francisco de Arrillaga en 1837, el proyecto ferroviario de los hermanos Manuel y Antonio Escandón comenzó a hacerse realidad a partir de 1861. La primera ruta de nuestro país quedó concluida el 1 de enero de 1873, bajo la razón social de Ferrocarril Mexicano, con 423 kilómetros de vías férreas entre la Ciudad de México y el Puerto de Veracruz. Se eligió el antiguo camino de Orizaba, desafiando lo accidentado de la Barranca de Metlac y las Cumbres de Maltrata. Se tendieron las vías con la firme convicción de que podrían vencerse los obstáculos que la naturaleza imponía, lo cual fascinó a los artistas decimonónicos, quienes plasmaron las grandes obras de ingeniería integradas al conjunto de los paisajes.

Creditos

Coordinación General Teresa Márquez Martínez

Guión Museológico Covadonga Vélez

Guión de exposición virtual Patricia Albores

Apoyo documental Román Moreno Soto, Alejandro Ángeles 

Difusión y servicios educativos Rosa Maria Licea, Ana Belen Recoder, Alejandra Calleja, Katiuska Merino, Miriam Cuechuecha, Laura Benítez y Santiago Huerta

Imágenes Secretaría de Cultura/ Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero/ Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos/ Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF).

Apoyo Tècnico

Jhon de la Rosa Baruch Luna Zaira Leal