La construcción del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec fue un sueño largo y anhelado. La idea de conectar los océanos entre el Atlántico y el Pacífico por la región del istmo de Tehuantepec, surge desde el siglo XVI con la llegada de Hernán Cortés a México y tuvo con el ferrocarril, una forma de materializarse.
La primera concesión para abrir una ruta ferroviaria interoceánica se otorgó durante el gobierno del presidente Antonio López de Santa Anna, sin embargo, el proyecto no logró realizarse, despertando una serie de pugnas por la concesión. A pesar de ello, se dan los primeros intentos de construcción, que resultan infructuosos, entre los años de 1842 a 1879.
Es el 23 de enero de 1907 que se inaugura oficialmente del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, por el entonces presidente Porfirio Díaz, asociándose el gobierno de México y a la Compañía Samuel Pearson and Son Limited para administrar el ferrocarril y los puertos. Así finalmente, el sueño interoceánico tocó las dos orillas.
Carta del ferrocarril de Tehuantepec
Secretaría de comunicaciones y obras públicas. Reseña y estadísticas de ferrocarriles 1895.
De los viajes a caballo, diligencias y buques a vapor que ofrecía la “Louisiana Tehuantec Company”, para viajar de Nuevo Orleans a San Francisco por el Istmo de Tehuantepec en 1859, se cuenta con la memoria Viaje por el Istmo de Tehuantepec, 1859-1860, que escribió el abate francés Charles-Étienene Brasseur. De los viajes por ferrocarril, se cuenta con reportes de su construcción a partir de 1894, destacando Obras del Puerto de Veracruz y el Istmo de Tehuantepec desde el Atlántico al Pacífico, del año 1897. Este álbum cuenta con una colección de vistas fotográficas que tomó Don Carlos Landa y Escandón, secretario particular del Presidente del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec.
De este álbum, 72 imágenes forman parte de la colección de vistas del Ferrocarril de Tehuantepec, que permiten realizar un viaje visual por 309 kilómetros de vía de Coatzacoalcos a Salina Cruz, Oaxaca, para ser testigos del registro de la infraestructura ferroviaria de la línea, las condiciones del ferrocarril, las vistas del paisaje, la arquitectura vernácula, así como escenas de la vida cotidiana. En estas últimas resaltan imágenes de mujeres con sus huipiles y resplandores, elementos de identidad de la región del Istmo, que no se perdió con la llegada del ferrocarril.
El museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos tiene el agrado de presentar este material de gran valor histórico, que nos permite reflexionar sobre la importancia de las vías de comunicación de nuestro país.
Por lo que respecta a los préstamos que se dieron para la construcción del ferrocarril, los banqueros recibieron el pago correspondiente a tiempo y los empresarios ingleses que mantuvieron por varios años el ferrocarril, lograron ganancias considerables sobre todo después del derrocamiento de Díaz. El impulso de la industrialización fracasó en esta región por ser ésta una región básicamente agrícola y minera. La agricultura comercial se vio favorecida ya que los terratenientes lograron muy buenas cosechas que aumentaron la exportación.
La minería que se había desarrollado desde antes del ferrocarril incrementó también sus niveles de exportación. Sin embargo, la tecnología siguió importándose.
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Aunque Díaz logró ver terminado el ferrocarril y posteriormente los puertos, las utilidades nunca llegaron a México.
Finalmente, la Casa Pearson & Son Ltd., terminó los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz el 23 de enero de 1907, con la descarga del “Arizonian” de doce mil toneladas, cargando once mil quinientas de azúcar procedentes de Hawai y con destino a Filadelfia. En el puerto de Coatzacoalcos esperaba el buque “Lewis Luchen back” que recibió el azúcar el día 25 de enero para transportarla a Nueva York.
Durante los primeros cuatro años del convenio se resintieron pérdidas de cierta importancia; pero al entrar en servicio las instalaciones de los puertos, empezaron a percibirse utilidades… El tránsito empezó a declinar al desviarse los barcos con fletes hacia el recién abierto canal de Panamá en 1916.
En 1917 con autorización de Venustiano Carranza se rescindió el contrato, favoreciendo a Pearson, pues lo liberaba de seguir perdiendo dinero, al no tener fletes que mover. Este ferrocarril fue administrado por el organismo oficial de Puertos Libres Mexicano hasta el año de 1925 en que fue incorporado a Ferrocarriles Nacionales de México.
Coordinación General
Teresa Márquez Martínez
Guión Museológico
Antonio Ruiz Jarquín
Guión virtual
Patricia Albores
Documentalista
Zurysbeth Contreras
Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias
Román Moreno, Isabel Bonilla, Alfredo Nieves+, Covadonga Vélez
Difusión y servicios educativos
Rosa María Licea, Ana Belén Recoder, Katiuska Merino, Alejandra Calleja y Miriam Cuecuecha
Corrección de textos
Lluvia Soto
Programación y diseño gráfico
Mario Teliz
Zaira Leal